Dirección y guión: Achero Mañas.
País: España.
Año: 2010.
Duración: 101 min.
Género: Drama.
Interpretación: Juan Diego Botto (Leo), José Luis Gómez (Alex), Najwa Nimri (Marta), Ana Risueño (Alicia), Lucía Fernández (Dafne), Pedro Alonso (Pedro), Ana Wagener, Alberto Jiménez, Paloma Lorena.
Producción: Achero Mañas y Joaquín Velasco.
Música: Leiva.
Fotografía: David Omedes.
Montaje: José Manuel Jiménez.
Dirección artística: Antón Laguna.
Vestuario: Cristina Rodríguez
Achero Mañas vuelve a dirigir y lo hace con una historia singular, una rara historia en el cine español, recorriendo una línea muy fina, la que separa el éxito del fracaso.
La historia que nos cuenta es la de Leo un padre de treinta y pico años con una hija pequeña de cuatro años que un mal día recibe la noticia de que su mujer ha muerto, en un parque, de un ataque epiléptico. Muerta la madre, el padre, no sabe bien qué hacer para llenar el hueco dejado por la progenitora de la pequeña. Como la niña quiere a toda costa ver a su madre, Leo decidirá pintarse los labios en un primer momento mientras le lee el cuento antes de acostarla, comprarse luego una peluca y finalmente transformarse con la vana ilusión de parecerse lo máximo posible a su difunta esposa, ejerciendo de madre postiza.
Esta arriesgada decisión le acarreará una serie de problemas que Leo quizá no preveía cuando apostó por su radical propuesta. Leo es abogado y está muy comprometido con el trabajo. Apenas tiene tiempo libre. Comenzará a llegar tarde, a discutir con sus enemigos, a enfrentarse con el psicólogo del colegio donde estudia su hija. Él ve lo que hace como algo normal, ¿qué no haría un padre por una hija?, pero desde fuera todo se ve distinto. Llevado al extremo, cuando pasa cuatro pueblos, muestra como unos jóvenes le dan una paliza a Leo por llevar peluca.
En la historia hay personajes como el de Marta que pintan muy poco. La esencia de esta historia es como se repone uno ante las desgracias, resalta el amor hacia una hija en este caso, le puede llevar a alguien a límites insospechados, a medirse con uno mismo, a conocerse algo mejor, a desafiar las leyes de la identidad, a intimar con personas que distan mucho de su círculo de amistades.
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